La participación ciudadana exige implicación, consenso y transparencia; es extraño pensar cómo se enreda esta poderosa cadena de palabras. La implicación es la base de la construcción de nuevos modelos. Pero construir es difícil: hay que establecer criterios, priorizar, elaborar marcos, desprenderse de los prejuicios que conforman nuestra identidad pasada para que, por consenso, crezca la futura. ¿Podemos pensar que cuantas más asociaciones, colectivos o grupos -en definitiva, toda la ciudadanía- construyan, por consenso, el “Marco de funcionamiento de un Centro Ciudadano”, este será más rico, más versátil? ¿Surgirá la transparencia de una mayor implicación? ¿Se puede hacer participación sin participación? Desde el equipo técnico de “La Laguna, participando…” seguimos atentamente cuanto se está diciendo. De un lado, valerosos comentarios muestran resentimiento por un pasado que les negó su participación; de otro, temerosos recelos vislumbran un incierto futuro de pérdida de identidad; en medio, alguna esperanza de que puedan cambiar ciertas cosas. ¿Se pueden poner todas juntas para empezar a caminar? Los procesos participativos son lentos y complejos; no puede ser de otra forma si se ven implicados intereses tan diversos pero ¿puede un consenso surgido de esa diversidad ser más representativo que el alcanzado por unos pocos? ¿Queremos cambiar las cosas? Y si es así ¿debemos probar otros caminos? Nosotros no tenemos las respuestas pero nuestro trabajo consiste en crear todos aquellos espacios que sean necesarios para que entre todos podamos encontrarlas.